March 02, 2019
Donald Trump ha sancionado a la compañía estatal de Petróleos de Venezuela (PDVSA), lo que ha obligado a esta a buscar socios a los que abastecer y se ha fijado en la India. Actualmente, el país hindú recibe 366.000 barriles por día, cifra que las autoridades venezolanas quieren duplicar, lo que situaría las exportaciones de petróleo de la India al nivel de las adquisiciones de China.
Hay que tener en cuenta que el 30% de la compañía PDVSA, aunque más de uno lo enmarque en el surrealismo, es de capital norteamericano (Chevron Texaco) y entre 500.000 y 600.000 barriles diarios de petróleo tenían hasta hace escasas semanas como destino Estados Unidos. Debido a las sanciones, esos son los barriles que necesita vender Venezuela para no perecer asfixiada.
Sin embargo, el acuerdo no será fácil por diversos problemas:
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La India compra la mayoría del petróleo en el Golfo Pérsico, por lo que Venezuela tendría que bajar sus precios.
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El petróleo venezolano es extrapesado por lo que el comprador debe tener capacidad de refinar este crudo (la adquisición de diluyentes no haría rentable la venta de petróleo). Además, claro está, de evitar las sanciones norteamericanas.
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El costo del transporte de petróleo debería de ser lo suficientemente bajo como para permitir que la venta de crudo siga siendo rentable.
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Falta de tiempo: las transacciones con la industria petrolera venezolana deberá ser liquidada antes del 28 de abril.
El petróleo se ha convertido en la 'torre' de Venezuela, la última esperanza de un régimen enrocado que, sorprendentemente, sigue sobreviviendo, pero necesita de un movimiento que le permita ganar tiempo y forzar, al menos, las tablas.
Independientemente de si finalmente se materializa el acuerdo de Venezuela con la India, clave para la supervivencia del país sudamericano, o si este fracasa, sería bueno analizar lo que está sucediendo a nivel mundial.
Para empezar, de materializarse el acuerdo con los hindúes, los socios venezolanos en cuanto al petróleo habrían quedado reducidos a tres —China, Rusia y la India— y no es ninguna casualidad, pues son los únicos que tienen capacidad de sostener un pulso a los norteamericanos.
Si a ello le sumamos el acuerdo al que recientemente ha llegado Arabia Saudí, tradicional aliado de Estados Unidos, con China para la exportación de petróleo saudita a una refinería y un complejo petroquímico en el noreste de China que necesitará una inversión de 10.000 millones de dólares, queda claro que nos encontramos en un período de balanceo de la hegemonía que no sabemos aún dónde nos conducirá.
Este movimiento, el acuerdo entre China y Arabia Saudí, es de suma importancia para comprender el desplazamiento del poder en la región de Oriente Medio —de Estados Unidos a Rusia y China—, pues el gigante asiático es aliado natural de Irán, el principal rival regional de los saudíes. Pactar con el amigo de un enemigo acérrimo cuya confrontación en Yemen a lo máximo que llegará es una victoria pírrica cuando no a una sangrante derrota militar, económica y simbólica, demuestra hasta qué punto algo muy serio está ocurriendo en la región y en el mundo. Y los aleteos en Oriente Próximo son huracanes en Venezuela.
Ello demuestra que Estados Unidos evidencia por primera vez en décadas debilidad y esa fragilidad, incluso con enfrentamientos más o menos abiertos con sus socios europeos, le lleva a movimientos que interpretados de forma aislada podrían parecer inconexos, pero en su conjunto ofrecen una idea clara de lo que sucede: China, Rusia y la India (incluso Pakistán en menor medida) son tres potencias que, si bien no están al nivel de Estados Unidos, ya no pueden ser ignoradas en el contexto mundial. Hasta tal punto que los designios del inquilino de turno de la Casa Blanca en estos países ya nos son órdenes. Y Europa está cerca de sumarse a la rebelión.
No olvidemos que Venezuela y Arabia Saudí son, por este orden, las mayores reservas petrolíferas del mundo, con 300 millones y 266 millones de barriles. Le siguen Canadá con 169 millones, Irán con 158 millones, Irak con 142 millones, Kuwait con 101 millones, Emiratos Árabes Unidos con 97 millones y Rusia con 80 millones. El resto de los países ni siquiera llega a los 50 millones de barriles de petróleo: Libia tendría 48 millones y Nigería 37 millones de barriles.
El Nuevo Orden Mundial
Lo que ocurre en Venezuela se comprenderá con la claridad que ofrece el tiempo, con la misma naturalidad que hoy sabemos del hundimiento del USS Maine, pero mientras tanto no queda más remedio que observar con atención los movimientos del tablero mundial:
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El intento de venta de Venezuela de petróleo a India.
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El acuerdo petrolífero de Arabia Saudí a China.
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La retirada de tropas norteamericanas de Oriente Próximo.
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El aumento de la presión internacional, incluyendo una amenaza de intervención militar, sobre Venezuela y, sobre todo, sobre su petróleo.
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Las reticencias de Europa a subir el gasto militar al 2% solicitado y al 4% deseado, así como los esfuerzos que deben hacer los norteamericanos, cada vez mayores, para conseguir el respaldo de Europa. Ni Europa ni gran parte de sus países respaldaron los movimientos norteamericanos en Venezuela hasta que fueron presionados.
¿En dónde colocaría Venezuela su producción de crudo tras las sanciones de EE.UU.?
Caerá o no Venezuela, pero sigan atentos los movimientos, porque hasta Europa está cada vez más cerca de crear un Ejército único y recuperar su soberanía en cuanto a la política exterior (Macron y Merkel en 2018: "la época en la que podías confiar en EE.UU. se acabó"). O lo que es lo mismo: independizarse.
El nuevo orden mundial que se dibuja estará constituido por al menos cuatro potencias —Estados Unidos, Rusia, China y la India—, a la que podrían sumarse hasta tres potencias más si consiguen 'independizarse' —Europa, Brasil y Pakistán—. Más allá de los cambios que de ello se derivarían, no parece que un mundo gobernado por ocho potencias termine por ser un mundo peor, pero eso a día de hoy es más profético que analítico y no está la partida para augurios.
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Todo lo que necesitamos es conseguir la crisis necesaria para que el mundo entero pida a gritos un nuevo orden mundial... controla los alimentos y controlarás a la gente, controla la energía y controla el petróleo y controlarás a las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo... ( Henry Kissinger: político y secretario del CFR consejo de relaciones exteriores, mercenario de guerra y premio nobel de la falsa paz ecuménica )
Los acontecimientos que han estado ocurriendo desde el 11 de septiembre del año 2001, cuando tuvo lugar el ataque terrorista contra el World Trade Center en la ciudad de New York, presagiaron un futuro cercano en el que surgirá en el escenario mundial como un salvador, un hombre con una inteligencia superior, ingenio, encanto y diplomacia.
Aparentemente poseerá una sabiduría trascendente que le permitirá resolver todos los problemas y ofrecer soluciones para muchos de los asuntos más desconcertantes de hoy. Su popularidad será generalizada, y entre sus fanáticos estarán incluidos jóvenes, ancianos, religiosos y no religiosos, hombres y mujeres.
Los presentadores de televisión lo entrevistarán, los periodistas estarán bien al tanto de sus movimientos, los eruditos aplaudirán su extraordinaria habilidad para resolver lo que se le ha escapado al resto de la humanidad y los pobres se inclinarán ante su mesa. En todos los aspectos humanos, representará lo mejor de la sociedad.
Su comprensión profunda y presencia irresistible será el resultado de una red invisible de miles de años de conocimiento colectivo. Así como el Señor Jesucristo era la SIMIENTE DE LA MUJER mencionada en Génesis 3:15, él será la SIMIENTE DE LA SERPIENTE. Por otra parte, aunque su llegada bajo la forma de un hombre fue anticipada por numerosas Escrituras, las grandes multitudes no lo reconocerán de inmediato por lo que realmente es: la encarnación final del paganismo, la “bestia”de Apocalipsis 13:1.
Desde los albores de la historia, hemos visto los intentos fallidos por estructurar un nuevo orden mundial, cuyo propósito será derrocar a los gobiernos y reinos del mundo, además de erradicar en el planeta todas las religiones y creencias, para así unificar a la humanidad bajo un nuevo orden, con una moneda única y una religión universal.
Comenzó con Nimrod y su intento en la torre de Babel, y a lo largo de los siglos son muchos los que han perseguido este sueño, pero hoy como nunca antes y conforme nos aproximamos a la conclusión de esta edad, estamos viendo que los gobiernos del mundo están dando los pasos pertinentes para hacer esto una realidad, en cumplimiento exacto a lo que anticipó la Palabra de Dios hace más de dos mil años.
Por siglos se ha supuesto que un requisito previo para la venida del Anticristo, será la institución de un nuevo orden mundial, una especie de sombrilla bajo la cual se disolverán las fronteras nacionales, los grupos étnicos, las ideologías, las religiones, y la economía de todo el mundo estará organizada bajo una soberanía única y dominante. A la cabeza de esta administración utópica, una personalidad única emergerá en el escenario del mundo. Parecerá un hombre de carácter distinguido, pero al final se convertirá en “un rey altivo de rostro y entendido eenigmas” Daniel 8:2.
Con decreto imperial implementará un gobierno mundial, la religión universal, y el socialismo global. Esos que no acepten su nuevo orden, inevitablemente serán encarcelados o destruidos hasta que finalmente termine por oponerse y exaltarse a sí mismo “...contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:4).
En junio de 1949 el escritor británico George Orwell publicó una novela política de ficción titulada 1984. En ella introdujo el concepto del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor. Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha llegado a conocer como la «sociedad orwelliana».
Durante muchos años la noción de una sociedad orwelliana, donde un gobierno global supervisa el más mínimo detalle de nuestras vidas, y en la que las libertades humanas son abandonadas, fue considerado como algo utópico. La idea de que el individualismo de alguna manera pudiera ser sacrificado por una armonía universal, fue algo repudiado por las mentes más grandes de Estados Unidos. Luego, en la década de 1970, las cosas empezaron a cambiar.
Tras una convocatoria de Nelson Rockefeller para la creación de un “Nuevo Orden Mundial”, el entonces candidato presidencial Jimmy Carter hizo campaña, diciendo: Debemos reemplazar el equilibrio del poder político con la política de orden mundial». Esto tocó la fibra sensible de líderes internacionales, entre ellos el ex presidente George Herbert Bush, quien en la década de 1980 comenzó declarando ante la televisión nacional que había llegado el tiempo para la instauración de «un nuevo orden mundial».
En 1977 cuando se lanzaron los vehículos espaciales Voyager Uno y Dos, a bordo de estas naves espaciales había un disco de oro que contenía información dirigida a cualquier vida inteligente que pudieran encontrar. Estas palabras del ex presidente Jimmy Carter fueron incluidas en este archivo, y decían: «Esta nave espacial Voyager fue construida por Estados Unidos de América... una comunidad de doscientos cuarenta millones de seres humanos entre los más de cuatro mil millones que habitan el planeta Tierra... aún divididos en naciones estado... pero avanzando rápidamente hacia convertirse en una sola civilización global. Llevamos este mensaje al cosmos... un presente desde un pequeño mundo distante. Esperamos algún día, resolver los problemas que afrontamos, y unirnos a una comunidad de Civilizaciones Galácticas».
Obviamente el señor Carter creía en el nuevo orden mundial, y con seguridad no ha sido el único presidente norteamericano en hacerlo. Si avanzamos hasta el 11 de septiembre de 1990, cuando tuvo lugar la invasión de Kuwait por Irak, y el lanzamiento de la operación Tormenta del Desierto contra las fuerzas de Saddam Hussein, vemos que este hecho le dio la cobertura perfecta a las fuerzas aliadas para controlar a esa nación.
El entonces presidente Bush se dirigió al Congreso con estas palabras: «Lo que está en juego es más que un pequeño país, Kuwait, es una gran idea, un Nuevo Orden Mundial, donde diversas naciones se reunirán en una causa común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad... Tal es el mundo digno de nuestra lucha, y digno del futuro de nuestros hijos... La promesa que data de largo tiempo de un Nuevo Orden Mundial...»
Luego, durante una sesión conjunta del congreso convocado para tratar la crisis del golfo Pérsico y el déficit del presupuesto federal, dijo: «Ha comenzado una nueva colaboración entre las naciones. Estamos hoy en un momento único y extraordinario... Cien generaciones pasadas han buscado este esquivo camino hacia la paz mientras que mil guerras se libraban en el período del esfuerzo humano. Y hoy, ese nuevo mundo lucha por nacer. Un mundo bastante distinto del que conocemos, un mundo donde el gobierno de la ley suplante a la ley de la jungla, un mundo en el cual las naciones reconozcan la responsabilidad compartida de libertad y justicia».
Cuatro meses después de ese discurso, el ex presidente Bush pronunció otra disertación en la que volvió a hablar sobre el nuevo orden mundial, dijo: «Esto es un esfuerzo para forjar por nosotros mismos y para las generaciones futuras un Nuevo Orden Mundial... en el cual la ONU podrá hacer uso de su papel... para cumplir con la promesa y visión de sus fundadores».
Desde esta sorprendente declaración, el desfile de líderes políticos y religiosos en Estados Unidos y el extranjero, que impulsan un nuevo orden mundial se ha multiplicado. El ex primer ministro británico Tony Blair en un discurso pronunciado en Chicago, el 22 de abril de 1999, dijo francamente: «Todos somos internacionalistas ahora, nos guste o no». Blair nunca se imaginó lo rápido que se propagaría su doctrina.
El 9 de diciembre del año 2008, Gideon Rachman, el respetado columnista jefe de asuntos extranjeros del The Financial Times, quien asistió a las reuniones de los años 2003 y 2004 del Club Bilderberg en Versalles, (Francia) y Stresa (Italia), admitió: «Nunca he creído que haya una conjura secreta de la ONU para controlar a Estados Unidos. Tampoco he visto jamás helicópteros negros sobrevolando en el cielo por encima de Montana. Sin embargo, por primera vez en mi vida, creo que la formación de una especie de gobierno mundial es plausible».
Ahora permítame hacer un paréntesis para explicarle qué es el Club Bilderbergy cuáles son sus supuestos objetivos.
El Grupo Bilderberg o Club Bilderberg es una conferencia anual a la que sólo se puede acudir mediante invitación. Está integrada por cerca de 130 invitados, la mayoría de los cuales son personas de influencia entre los círculos empresariales, académicos y políticos. El grupo se reúne una vez al año, en secreto, en complejos de cinco estrellas de Europa y Norteamérica, y tiene una oficina en Leiden, Holanda Meridional.
El título «Bilderberg» se originó del sitio donde tuvo lugar su primer encuentro oficial en 1954: el Hotel de Bilderberg en Oosterbeek cerca de Arnhem en los Países Bajos. El hermetismo con que han tratado siempre sus reuniones los han convertido en un grupo de poder en la sombra, aunque son considerados por muchos expertos, como «los verdaderos amos del mundo», los que mueven los hilos de cualquier cosa a nivel mundial.
Entre los integrantes del Club Bilderberg se encuentran banqueros, expertos en defensa, dueños de la prensa y los medios de comunicación, ministros de gobierno, primeros ministros, realeza, financieros internacionales y líderes políticos de Europa y América del Norte. Según un artículo publicado, la composición del Club Bilderberg es muy variada. Se calcula que un tercio de sus miembros pertenece al mundo de la política y el resto al de las finanzas, los medios de comunicación y la industria.
Estas personas claves pueden ser consideradas como las que controlan en realidad los gobiernos y economía mundial.
Algunos son líderes políticos de primer plano, tal como George Bush, padre, o Henry Kissinger. Pero la mayoría de ellos son en realidad desconocidos ante la opinión pública. Si tiene oportunidad de observar en internet el diagrama de esta organización, esos que tienen conocimiento en cibernética constatarán hasta qué punto este sistema ha sido ingeniosamente concebido.
Los objetivos del Club Bilderberg, según relata Daniel Estulin en su libro La verdadera historia del Club Bilderberg, son:
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El establecimiento de un gobierno planetario, con un mercado único globalizado, con un sólo ejército y una unidad monetaria única regulada por un Banco Mundial.
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Una iglesia universal, que canalice a la gente hacia los deseos del Nuevo Orden Mundial. El resto de las religiones serán destruidas.
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Unos servicios internacionales que completarán la destrucción de cualquier identidad nacional a través de su subversión desde el interior. Sólo se permitirá que florezcan los valores universales.
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El control de toda la humanidad a través de medios de manipulación mental. Este plan está descrito en el libro publicado en inglés ‘Era tecnotrónica’, escrito por Zbigniew Brzezinski, miembro del club.
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En el Nuevo Orden Mundial no habrá clase media; sólo sirvientes y gobernante.
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Provocar crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional.
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Confundir y desmoralizar a la población para evitar que decidan su propio destino, hasta el extremo de que la gente ‘tendrá demasiadas posibilidades de elección, lo que dará lugar a una gran apatía a escala masiva’.
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Un férreo control sobre la educación.
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El control de la política externa e interna de las naciones.
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Una ONU más poderosa que se convierta, finalmente en la sede de un Gobierno Mundial.
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La expansión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte por todo el hemisferio occidental, como preludio para la creación de una Unión Americana similar a la Unión Europea.
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Una Corte Mundial de Justicia con un sólo sistema legal, y Un estado de bienestar socialista, donde se recompensará a los obedientes y se exterminará a los inconformistas». Líderes internacionales y el orden mundial.
Mikhail Gorbachev, el ex presidente de la Unión de la República Socialista Soviética dijo, que el clamor global por cambio y la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, fue el catalizador que finalmente podría convencer al mundo de la necesidad de un gobierno global. En un artículo publicado el primero de enero del año 2009 en el periódico International Herald Tribune, declaró: «A todo lo ancho del mundo hay un clamor por cambio. Ese deseo fue evidente en noviembre, en un evento que podría convertirse tanto en un símbolo de esta necesidad por cambio como en un verdadero catalizador para ese cambio. Dado el papel especial que Estados Unidos continúa desempeñando en el mundo, la elección de Barack Obama podría tener consecuencias que irían mucho más allá de ese país...»
En otra noticia publicada el 9 de noviembre del 2008 por la Agencia de Noticias Rusa RIA Novosti, decía: «El ex líder soviético Mikhail Gorbachev ha dicho que la administración Obama en Estados Unidos necesita reformas ‘perestroika’ para superar la crisis financiera y restaurar el balance en el mundo».
El término «perestroika» que significa «reestructuración», fue usado por Gorbachev a finales de la década de 1980 para describir una serie de reformas que abolieron la planeación estatal en la Unión Soviética.
El ex líder soviético le dijo al reportero de la publicación italiana La Stampa del viernes 7 de noviembre del 2008, que el presidente elegido Barack Obama necesita cambiar fundamentalmente el curso tan mal dirigido por el presidente George W. Bush durante los años de su administración.
Gorbachev afirmó que después de transformar a su país a finales de la década de 1980, le había dicho a los norteamericanos que era su turno de actuar, pero que Washington, celebrando su victoria sobre la Guerra Fría, no estaba interesado en «un nuevo modelo de una sociedad, en donde la política, la economía y la moral fuesen mano a mano».
Khodorkovsky predijo, que la «Globalización continuará a paso de tortuga, pero que no se detendrá. Los super millonarios, las personas más ricas del mundo tendrán que abandonar sus esperanzas de aumentar sus riquezas, pero los altos niveles de consumo que se desarrollaron a finales del siglo XX no serán afectados por el cambio. La lucha por libertad política y competencia abierta de personalidades e ideas no desaparecerá».
La crisis financiera en el mundo, le ha dado a los líderes mundiales la oportunidad única de crear una verdadera sociedad global. El primer ministro británico Gordon Brown dijo en un discurso inaugural como parte de la política internacional, que los gobiernos alrededor del mundo deben coordinar el gasto fiscal y las políticas de impuestos para reforzar una economía más lenta».
En su discurso anual en el Banquete del Alcalde de la ciudad de Londres, Brown dijo que ha encabezado la campaña en favor de la reforma de las instituciones financieras internacionales, y que Estados Unidos y Europa son piezas claves para forjar un nuevo orden mundial.
Asimismo, de acuerdo con el resumen del discurso que publicó su oficina, Brown declaró: «La alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos (y más ampliamente entre Europa y Estados Unidos), puede y debe proveer liderazgo, no para que hagamos las reglas nosotros mismos, sino para guiar el esfuerzo global por construir un orden más internacional y más fuerte».
Brown expuso cinco grandes retos que enfrenta el mundo, que son: terrorismo y extremismo y la necesidad de reasegurar la fe en la democracia; la economía global; el cambio climático; conflicto y mecanismos para reconstruir la situación después del conflicto y conocer las metas sobre cómo atacar la pobreza y la enfermedad.
Y concluyó: «Mi mensaje es que debemos ser internacionalistas, no proteccionistas; intervencionistas, no neutrales; progresivos, no reactivos; y además mirar no sólo por eventos paralizados. Podemos aprovechar el momento y al hacerlo construir una verdadera sociedad global».
Uno de los elementos claves en la implementación de este orden mundial es internet, el conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas de alcance mundial.
Consciente del poder que representa internet como un medio para controlar a las personas, el Acta de Mejora de Ciberseguridad del año 2009, le otorgó al presidente de Estados Unidos la habilidad para «declarar una emergencia de ciberseguridad» y cerrar o limitar el tráfico de internet en cualquier red de información crítica con la seguridad nacional. El proyecto de ley no define lo que es una «red de información crítica» o una «emergencia de ciberseguridad». Esa definición sólo la posee el presidente.
El proyecto no sólo le añade más poder al mandatario, sino que también le concede al secretario de comercio acceso a cualquier información personal que el gobierno considere relevante, sin necesidad de ninguna norma legal, regulación, regla o política que lo restrinja. Esto significa, que se puede monitorear o acceder a cualquier dato en cualquier red pública o privada, sin necesidad de cumplir ninguna ley sobre privacidad de los internautas.
Todos sabemos que nos estamos encaminando hacia una sociedad globalizada y bajo estricta vigilancia del gobierno. Reino Unido es uno de los que encabeza este esfuerzo, pero Estados Unidos le está pisando los talones.
Newsmax Online, una agencia especializada en inteligencia reportó, que el presidente de Estados Unidos está haciendo todo lo pertinente para usar internet como un medio para identificar a todos los norteamericanos. Para implementar esto se aprobó el Acta de Neutralidad de la Red, la cual es la primera fase para que el gobierno pueda monitorear a todos los usuarios de internet. Howard Schmidt, coordinador de ciberseguridad de la Casa Blanca dice: «El gobierno de Estados Unidos se encuentra en el punto perfecto para centralizar sus esfuerzos a fin de crear un ‘ecosistema de identidad para internet’». Los grupos en favor de la privacidad están alertando a la ciudadanía, que esto se trata de una violación absoluta de los derechos de los norteamericanos.
Tenga bien en mente, cuál es el poder de internet y la tecnología de las computadoras. El virus cibernético Stuxnetconcebido por los expertos de Israel, demostró ser más efectivo en retrasar el programa nuclear iraní por varios años, que cualquier otra cosa concebible, incluido un ataque aéreo. Pero... ¿Por qué los medios noticiosos regulares no han comentado mucho de esto, de algo que bien pudo ser la mayor hazaña tecnológica del año 2010? ¿Es que acaso están pensando usar a Stuxnet como un argumento para instaurar un cuerpo gubernamental supranacional que regule el espacio cibernético?
La administración del señor Obama dio su apoyo a un proyecto en Ginebra, en el que votaron oficiales de 18 países a fin de trabajar como grupo para controlar internet.
Para bien o para mal, la tecnología ocupa un lugar central en el escenario de estos últimos días. La revista Time designó como hombre del año a Mark Zuckerberg, creador de la red social Facebook. Este instrumento de comunicación ha arrasado al mundo como una tormenta. Las personas están ansiosas por tener amigos cibernéticos, aunque en la mayoría de los casos terminen por llevarse sorpresas bien desagradables. Se sienten bien al estar conectados y no aislados, algo muy esencial para este mundo impersonal del siglo XXI.
Mientras tanto, el Anticristo, quien muy bien podría estar ya vivo en este momento, está esperando el momento propicio, porque la tecnología será el arma clave que le impulsará para implementar su gobierno mundial. El cumplimiento de todas las profecías del capítulo 13 de Apocalipsis dependen de la tecnología, tal como el sistema de dinero electrónico, el control de los medios noticiosos, del comercio, e incluso de la religión mundial. Cuando el Anticristo” entre en escena, la infraestructura tecnológica debe estar en su lugar.
“Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis. 13:15-18).
De acuerdo con las profecías del capítulo 13 del libro de Apocalipsis, en los últimos días el Anticristo hará una alianza con el falso profeta y unidos implantarán un sistema mundial político, económico y religioso: “Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis. 13:4).
Todos los habitantes del planeta serán marcados con el número, el nombre o la marca de este dictador mundial, ya sea en la mano derecha o en la frente, y quienes no acepten morirán de hambre o serán ejecutados.